La primera vez que un evento como este ocurrió en Ecuador fue cuando Juan Pablo II estuvo en el país, durante la presidencia de León Febres-Cordero Ribadeneyra. Este evento se desarrolló entre el 29 de enero y el 1 de febrero de 1985.
El 16 de abril del 2014, el presidente de Ecuador, Rafael Correa Delgado, envió una invitación oficial al Vaticano, donde expresó su deseo de que el papa visite el país. En su carta, detalló que el Ecuador «vive un cambio de época caracterizado por la dignidad y soberanía». La Santa Sede confirmó un año después el viaje oficial de Francisco al país, lo cual se anunció mediante rueda de prensa por parte del presidente Correa, junto con el arzobispo emérito Raúl Vela en la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.
En el Ecuador, 8 de cada 10 ciudadanos que afirma tener una creencia o filosofía religiosa, son declarados católicos. Esto se basa en el censo del Instituto Nacional de Estadística y Censos de Ecuador, realizado en el año 2010, donde el 91,95 % de la población admite tener una religión, y de ese porcentaje, el 80,4 % se manifiestan católicos.
En las primeras semanas de la organización de la visita papal, Rolando Panchana, en ese entonces Gobernador del Guayas, manifestó su preocupación por la propuesta de realizar el encuentro de Francisco con los feligreses dentro del Santuario de la Divina Misericordia, lugar que no alberga la cantidad de personas previstas. Ante ello, propuso cambiar la sede de la misa oficial al Parque Samanes, ofreciendo inmediatamente su renuncia a la organización y al puesto en la gobernación. Su renuncia fue aceptada por el presidente Correa y comunicada por la Secretaria de la Gestión Política Viviana Bonilla. Así, Julio César Quiñónez ocupó el cargo y participó de la organización del evento
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